No hace falta fuerza extra, sino abrir un hueco donde el ruido cede.
Entre correos urgentes, videollamadas encadenadas y notificaciones que pican, un concepto japonés irrumpe en la conversación laboral de España: reservar intervalos diminutos para respirar, mirar, decidir. No alarga la jornada; la ordena. Y está empezando a colarse en oficinas, aulas y hogares como un antídoto silencioso al día que se desborda.
Qué es ma y por qué se habla de ello
Ma es la palabra japonesa que nombra el “entre”. Ese intervalo en el que no pasa nada y, por eso mismo, sucede lo importante: el cerebro cierra un bloque y prepara el siguiente. No es ocio ni lujo. Es estructura. Pone comas en el calendario y baja el volumen de la ansiedad.
En Tokio, la pausa se ve en gestos mínimos: una respiración antes de servir té, un paso contenido antes de iniciar un trayecto. En Madrid y Barcelona, cada vez más personas lo traducen a su día: 30 a 60 segundos entre tareas con una intención clara. El resultado no es místico. Es operativo: menos cambios de contexto, menos fallos tontos, más foco sostenido.
El hueco también produce: una pausa breve orienta, despeja y devuelve criterio en mitad del torbellino.
De Japón a tu escritorio
La práctica viaja bien porque no exige herramientas. Se apoya en algo universal: el sistema nervioso no cambia de marcha sin transición. Saltar del informe al chat y del chat a la reunión deja cabos sueltos que se enredan luego. Un microespacio actúa como cierre y reinicio.
Lucía, administrativa en un centro de salud de Valencia, probó una secuencia sencilla al terminar cada gestión: manos apoyadas, exhalación larga, una frase que enuncia la próxima acción. Tardó un minuto. La tercera tarde notó menos correcciones posteriores y una cabeza más despejada al llegar a casa.
El minutoma: cómo funciona paso a paso
Prueba una fórmula de 60 segundos entre bloques. No necesita cronómetro estricto. Necesita intención.
- Apoya las manos en la mesa o las piernas si estás de pie.
- Exhala durante cuatro o cinco tiempos, tres veces. Suelta la mandíbula.
- Mira un punto fijo, preferiblemente a la altura de los ojos.
- Di en voz baja o mentalmente la siguiente acción concreta: “cerrar presupuesto”, “llamar a Antonio”.
- Abre el documento o marca el número y empieza sin desviarte.
Cuando callas un momento, el día se recoloca.
Errores frecuentes que sabotean la pausa
- Teléfono en mano: si miras el móvil, conviertes la pausa en distracción.
- Autoexigencia rígida: si no sale hoy, retoma en la siguiente transición.
- Desvanecerse: pausa no es divagar; es decidir y orientar.
- Acumular tareas: sin frase de cierre, tu mente sigue abierta en segundo plano.
Lo que dice la ciencia sobre las micro-pausas
La psicología cognitiva lleva años describiendo el coste de saltar de tarea en tarea. El cerebro paga un peaje cada vez que cambia de objetivo, y la factura se nota en errores y fatiga. Las micro-pausas, bien dirigidas, reducen ese peaje. Disminuyen la activación fisiológica, estabilizan la atención y facilitan el retorno al foco. Respirar más largo que la inhalación activa el sistema parasimpático y afloja la tensión muscular. Un minuto basta para notar el efecto.
También importa el cierre. Anotar el siguiente paso al terminar una reunión evita que la memoria de trabajo retenga flecos durante horas. Esa pequeña línea funciona como un “guardar y cerrar” mental.
| Situación | Acción ma | Beneficio inmediato |
|---|---|---|
| Fin de reunión | Escribe una frase con decisiones y próximo paso | Menos olvidos y menos correos aclaratorios |
| Antes de una llamada | Tres exhalaciones y una intención concreta | Inicio claro y menos divagación |
| Cambio de herramienta | Manos quietas diez segundos, mirar un punto fijo | Transición limpia y foco sostenido |
| Llegada a casa | Teléfono guardado, mano en el pomo, respiración lenta | Corte nítido entre trabajo y vida doméstica |
Guía exprés para trabajo, casa y transporte
- En el correo: tres respiraciones entre cada grupo de respuestas, y un “siguiente paso” al final.
- En oficina: bloquea cinco minutos vacíos cada hora para agrupar tareas sueltas.
- En casa: antes de abrir la puerta, suelta el móvil y siente el peso en los pies.
- En transporte: elige un sonido y síguelo hasta que desaparezca; después elige el siguiente.
- Creatividad: deja el bolígrafo, mira el papel en blanco diez segundos y retoma con una línea concreta.
Señales de que necesitas ma hoy
- Lees el mismo párrafo tres veces.
- Saltas de pestaña en pestaña sin terminar ninguna tarea.
- La respiración se queda alta y corta en el pecho.
- Te cuesta recordar qué venía después de la reunión.
¿Se pierde productividad al parar? La evidencia apunta a lo contrario
No se trata de añadir descanso, sino de quitar fricción. Un minuto preventivo evita diez de correcciones. La atención va por ciclos; forzarla cuando cae añade errores. Mejor un corte breve que un atasco largo. Los equipos que introducen pausas intencionales suelen reportar menos interrupciones internas y más tramos de concentración profunda.
Un hueco de 60 segundos vale más que media hora de trabajo arrastrando la mente.
Rituales breves que blindan tu foco
- Frase de cierre: “cerrado por ahora, retomaré con…”
- Respiración 4–2–4: exhala, pausa, inhala, repite tres veces.
- Límite visible: un post-it que diga “una cosa cada vez” en la pantalla.
- Pequeño “no” diario: rechaza una petición para defender un hueco clave.
Preguntas rápidas
- ¿Qué es exactamente ma? Un espacio deliberado entre acciones que ordena lo anterior y lo siguiente.
- ¿Cuánto dura? Entre 20 y 60 segundos funciona. Cuenta la intención, no el reloj.
- ¿Cómo empiezo si lo olvido siempre? Usa un ancla física: manos apoyadas, exhala, nombra la acción inmediata.
- ¿Sirve en reuniones? Sí: un minuto al final para decisiones y próximos pasos ahorra cadenas de mensajes.
Más allá de la pausa: hábitos que suman y riesgos a vigilar
Quien quiera ir un paso más allá puede llevar un registro breve tipo kakeibo, pero aplicado a la energía: en tres líneas, dónde se te fue la atención, qué te recargó y qué cortarás mañana. También ayuda fijar un “umbral de saturación” personal: cuando aparezcan dos señales de fatiga, aplicar un minutoma antes de continuar.
Riesgos habituales: usar la pausa como excusa para posponer, convertirla en scrolling, o planificar sin ejecutar. Antídotos sencillos: pausas sin pantalla, un verbo de acción claro y un límite temporal preciso. Ventaja añadida: mejora el corte trabajo-vida. Un gesto tan simple como mano en el pomo y tres exhalaciones separa roles y baja la irritabilidad nocturna.
Si te sirve una simulación, prueba esta pauta durante una mañana: dos bloques de 45 minutos con un minutoma entre ellos; reunión de 20 minutos cerrada con una línea de decisiones; diez minutos de tareas pequeñas agrupadas; último minutoma antes del tramo final. Evalúa al cierre qué errores evitaste y qué cortarás mañana. El patrón no necesita aplicaciones ni formación costosa. Necesita tu permiso para dejar entrar espacio durante un minuto.










Merci pour cette découverte du ma: 60 secondes entre mails et appels, mains posées, respirtation plus longue, petite phrase d’intention… J’ai noté moins d’erreurs et une tête moins saturée en fin de journée. Simple, pas magique, mais diablement utile.
Franchemment, 60 secondes peuvent-elles vraimment changer quoi que ce soit ? Ça ressemble à du re-branding de la pause café. Des chiffres solides ?