El problema no suena: se esconde dentro.
La experta en limpieza Norma Martínez ha puesto sobre la mesa un método casero que está corriendo de boca en boca entre vecinos: limpiar el interior del radiador con agua muy caliente y amoníaco doméstico. El proceso cabe en 20 minutos, requiere pocos materiales y busca recuperar el caudal perdido sin gastar en productos especiales.
El problema oculto del invierno está dentro del radiador
Por fuera, el polvo molesta. Por dentro, el lodo resta calor. Con el tiempo se forma una mezcla de partículas de óxido, cal y magnetita que se pega a las paredes del radiador y del circuito. Ese barro disminuye el paso del agua y aparece el síntoma clásico: la parte superior quema y la inferior apenas entibia.
Además del frío a la altura de los tobillos, llegan ruidos y chasquidos. El termostato marca la temperatura, pero el ambiente se queda corto. Fabricantes europeos sitúan la pérdida de rendimiento por sedimentos entre un 10% y un 20%. En plena temporada de calefacción, esa diferencia entra en la factura y se nota en el confort.
Si arriba calienta y abajo no, el radiador no “respira”. Hay lodo que estrecha el caudal y roba calor útil.
El método de 20 minutos con agua caliente y amoníaco
Materiales y proporciones
- 1 parte de amoníaco doméstico por 8 partes de agua a 50–60 °C.
- Cubo o barreño, embudo y una bandeja ancha para recoger vertidos.
- Guantes, gafas sencillas y ventilación cruzada.
- Paños absorbentes y un recipiente para purgar.
Paso a paso sin prisas y con seguridad
Empieza con el radiador frío. Cierra la válvula termostática y la de retorno. Coloca un recipiente bajo el purgador y drena hasta vaciar el cuerpo. Si el modelo permite desmontaje, llévalo a un lugar ventilado; si no, trabaja in situ con una bandeja que abarque el ancho del radiador.
Mezcla el amoníaco con el agua caliente en la proporción 1:8. Vierte por una de las bocas con ayuda del embudo. Sella las entradas de forma provisional, inclina el radiador y mece suavemente para que la mezcla recorra el interior. Deja actuar 15–20 minutos.
Abre y deja salir el líquido. Saldrá oscuro si había lodo. Repite enjuagues con agua limpia hasta que el agua salga clara. Vuelve a montar, abre retorno y válvula, y purga el aire hasta que salga un hilo continuo de agua. Enciende la instalación y verifica que el panel calienta de forma uniforme.
Nunca mezcles amoníaco con lejía. Trabaja sin agua hirviendo, ventila bien y limita el contacto a 20 minutos.
Por qué el amoníaco funciona y cuándo evitar los ácidos
El amoníaco es alcalino. Rompe biofilm, grasas domésticas y suciedad orgánica adherida a las paredes internas sin atacar pinturas ni juntas habituales. Al combinarlo con agua caliente, la acción se acelera y se facilita el desprendimiento de sedimentos ligeros.
Los ácidos suaves, como el vinagre, se emplean en otras tareas, pero no siempre son adecuados en circuitos cerrados. Pueden reaccionar con metales y generar corrosión a medio plazo si no se enjuaga con rigor. En radiadores de acero, hierro fundido o aluminio pintado, una limpieza alcalina corta y bien aclarada resulta más amable con el equipo.
Errores comunes que te quitan calor
- Usar agua hirviendo: puede deformar juntas o dañar sellos.
- Prolongar el contacto más de 30 minutos: no suma eficacia y aumenta el riesgo de olores persistentes.
- Olvidar purgar tras la limpieza: el aire atrapado provoca zonas frías y ruidos.
- No proteger el suelo: las salpicaduras dejan marcas si no se retiran al momento.
- Ignorar la ventilación: el olor se concentra y resulta molesto.
Resultados esperables y ahorro orientativo para tu bolsillo
Tras retirar lodo interno, el agua circula mejor y la superficie calienta de forma uniforme. Se reducen clics y gorgoteos. El retorno vuelve más caliente y la caldera trabaja menos tiempo para llegar a la misma consigna.
Ejemplo práctico: si en enero pagas 120 euros de gas y tus radiadores arrastran sedimentos, una mejora del 10–20% puede traducirse en 12–24 euros menos ese mes, siempre que el resto de la instalación esté en buen estado y bien equilibrada. El efecto se nota más en paneles verticales altos y en estancias grandes.
| Señal | Qué indica | Acción sugerida |
|---|---|---|
| Arriba caliente y abajo frío | Caudal estrangulado por lodo | Limpieza interna y purga |
| Ruidos de clic-clic o gorgoteo | Aire o sedimentos moviéndose | Purgar y enjuagues hasta agua clara |
| Agua muy oscura al drenar | Magnetita y óxido acumulados | Ciclos de limpieza y revisión del filtro |
Cuándo llamar a un profesional y qué pedir
Si el agua sale negra tras varios ciclos, el retorno sigue frío y el ruido persiste, conviene una limpieza de circuito a fondo. Un técnico puede hacer un “power flush” con bombas de flujo, instalar un filtro magnético en el retorno y añadir un inhibidor de corrosión. Pregunta por caudal, presión de trabajo y tiempo estimado. Una intervención bien hecha alarga la vida de la caldera y estabiliza los radiadores más alejados.
Señal de alarma: el sistema se calienta en exceso y corta por seguridad. El lodo puede estar afectando a la bomba o al intercambiador.
Mantenimiento anual sin desmontar y trucos de equilibrio
Si no puedes retirar los radiadores, trabaja con una bandeja grande bajo las conexiones. Vierte, deja actuar, drena, enjuaga y purga. Protege zócalos con paños gruesos y abre ventanas del cuarto para renovar el aire. Un ciclo por año antes del frío suele bastar en viviendas sin problemas de cal ni corrosión visibles.
Equilibra el sistema después: cierra ligeramente radiadores cercanos a la caldera y abre más los lejanos hasta igualar temperaturas. Comprueba la presión de la caldera en frío y repón hasta el rango recomendado por el fabricante. La purga final puede bajar la presión y conviene ajustarla.
Preguntas rápidas para no perderte
- ¿Sirve amoníaco perfumado? Sí, a proporción 1:8 con agua caliente y con ventilación adecuada.
- ¿Cada cuánto? Una vez al año, y una segunda si persisten zonas frías a mitad de temporada.
- ¿En qué metales funciona? Hierro fundido, acero y aluminio pintado, con tiempos cortos y enjuagues abundantes.
- ¿Y si el olor molesta? Abre ventanas, cierra puertas del resto de la casa y reduce a 1:10 durante ciclos más breves.
Más allá de la limpieza: piezas y hábitos que marcan la diferencia
Un cabezal termostático viejo puede dejar el radiador “a medio gas”. Cambiarlo es barato y devuelve control por estancia. Un filtro magnético en el retorno atrapa magnetita y evita que la suciedad vuelva a circular. El inhibidor de corrosión en el agua del circuito reduce la formación de óxidos nuevos.
Pequeñas rutinas sostienen el resultado: purga rápida al inicio del invierno, revisión de presión mensual y media hora de calefacción de vez en cuando fuera de temporada para mover el circuito. Si compartes caldera comunitaria, acuerda con el administrador una limpieza anual de fondo y pide que se registren lecturas de turbidez.









